Quienes en los tiempos ansiosos (y frenéticos) que corren piensan en abandonar la industria publicitaria, la que una vez les procuró cobijo profesional, aumentan en número por momentos.
Los publicitarios, en particular los de nueva hornada, se están fugando de las agencias de publicidad para guarecerse al amparo profesional de startups, empresas tecnológicas y empresas totalmente ajenas a la industria publicitaria.
Y son esos publicitarios que ahora se marchan de la publicidad (quizás para no volver) los mismos que durante los últimos años han alimentado con su talento, su energía, su imaginación y su ambición a la industria a la que han optado finalmente por dar plantón.
Agencias de todos los tamaños están sufriendo fuertes “hemorragias” de talento, un talento que ven desfilar por la puerta sin apenas pestañear. Cuando quienes deciden arrojar la toalla y huir de la industria publicitaria no son “peces gordos”, nadie parece inmutarse. Estamos asistiendo en realidad a un éxodo silencioso, denuncia Freya Bronwin en un artículo para Campaign.
Rebosantes de frustraciones, las que les depara una publicidad que algunos ya no reconocen como tal, muchos publicitarios están optando por abandonar la profesión que una vez eligieron.
Y la percepción generalizada es que es bastante más fácil abandonar la industria publicitaria que intentar cambiarla. Pero, ¿acaso a los publicitarios, por cuyas venas debería correr a raudales la valentía, les gustan las cosas fáciles?
Si los publicitarios, desencantados con su propia profesión, desean respuestas diferentes, ¿por qué no se toman la molestia de hacer preguntas distintas?, se pregunta Bronwin.
Las frustraciones que corroen por dentro a tantísimos publicitarios no son hechos inamovibles. Y están ahí para ser cuestionadas y desafiadas.
Por mucho que algunos estén convencidos de lo contrario, lo cierto es que no es necesario que haya ningún CEO encargado de capitanear el cambio. Todos, absolutamente todos en la industria publicitaria, incluso aquellos lastrados en principio por la pequeñez de su cargo, están de disposición de hincar el diente al cambio y de intentar cosas nuevas.
Si los publicitarios invirtieran menos tiempo devanándose los sesos con los problemas y más tiempo haciendo las preguntas adecuadas, ¿no menguaría la fuga de talento en la industria publicitaria?
La nueva camada de publicitarios ha heredado una industria de inconmensurable poder, pero si los que se desenvuelven profesionalmente en la publicidad ningunean su propia profesión (y se empeñan en negarle el cambio), ésta seguirá acechada por los problemas de siempre.
La industria publicitaria es el presente y el futuro y está cimentada en torno a las personas y la ideas. Los publicitarios son una fuerza creativa con suficiente potencial para cambiar mentes, hacer florecer la economía y moldear, si así lo desean, la cultura.
Abandonando los publicitarios se llevan consigo la imaginación y la energía que la industria necesita para prosperar en una era marcada por el cambio.
La publicidad necesita personas curiosas y valientes al volante. Son ellas las que tienen las llaves del futuro de esta industria. Y abandonar (aunque hasta cierto punto razonable) es en realidad la opción más fácil, concluye Bronwin.
Colaboración: www.marketingdirecto.com