La firma deportiva sueca Björn Borg acaba de levantar la persiana en Ámsterdam de una tienda pop-upextraordinariamente singular. En el establecimiento de marras el personal no acepta dinero en concepto de pago. Para comprar en esta pop-up store el cliente debe tener drogas a mano (algo no demasiado complicado en la capital holandesa) y estar dispuesto a canjearlas por prendas de ropa.
Todos aquellos clientes dispuestos a desprenderse de estas sustancias a cambio de ropa son agasajados con prendas envasadas al vacío y pertenecientes a una colección limitada con ilustraciones de Patrick Savile.
“Es asombrosa la manera en que el cerebro responde al movimiento y genera elevadas dosis de euforia y alegría. En una sesión de entrenamiento se libera tal cantidad de sustancias estimulantes en el cerebro que en algunos países tales sustancias, en semejante cuantía, podrían llegar a ser calificadas de ilegales”, subraya Jonas Nyvand, director de marketing deBjörn Borg.
La marca escandinava se ha colgado recientemente del brazo del claim “Chasing the Exerhighs”, que pone el acento en la hipnótica euforia emanada del deporte.
“Cuando las personas están físicamente activas, el cerebro incrementa el nivel de mensajeros químicos, que se utilizan para la comunicación entre células cerebrales y tienen un importancia de primer orden en la regulación del estado de ánimo. Los efectos del deporte dependen mucho, de todos modos, del individuo, por lo que lo mejor es dejar que cada uno descubra por sí mismo con qué intensidad necesita practicarlo para alcanzar las cotas más elevadas de euforia”, señala Lennart Högmann, profesor e investigador de neurociencias cognitivas de la Universidad de Estocolmo.
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