Un estudio revela que cuando el problema medioambiental se presenta como tragedia continua, el antropomorfismo positivo genera una actitud más favorable en la audiencia.
En las últimas décadas la conciencia de la sociedad por el medioambiente ha ido en aumento. Son cada vez más las personas que se unen a causas ambientales, o cambian hábitos de su día a día, con el objetivo de tener una mejor relación con el planeta en el que habitamos.
El aumento de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares y la desaparición de especies son tan solo algunas de las consecuencias que tiene el cambio climático, una realidad que subraya la necesidad de tomar medidas urgentes para frenar sus destructivos efectos sobre las próximas generaciones. Y a lo largo de los años los consumidores han demandado a las marcas un pensamiento más ético y motivado a generar cambios positivos.
El mundo de la publicidad se ha sumado a esta apuesta con acciones que tienen como objetivo despertar conciencia en los consumidores. Casos como las campañas de Greenpeace, o la acción de Glimpse donde una supuesta influencer vomita petróleo ante las estrategias de greenwashing de las multinacionales, son solo algunos ejemplos.
En este sentido, un estudio publicado en el Journal of Academic Research sobre el uso del antropomorfismo para motivar a las personas sobre cuestiones ambientales, destaca que la mejor apuesta para motivar a los consumidores, y abordar el problema medioambiental, es apostar por un acercamiento positivo.
Es decir, emplear una imagen de un árbol o planeta sonriente dentro de una campaña pueden ser la mejor forma de transmitir mensajes éticos, ya que los espectadores responden de forma más positiva a este tipo de comunicaciones.
La temática del medioambiente en el mundo de la publicidad
La comunicación es capaz de generar cambios importantes, y es por ello que las marcas deben descubrir las mejores estrategias para hacer llegar sus mensajes de forma correcta a la audiencia. En este sentido el estudio revela que el antropomorfismo, es decir, dotar de características humanas a objetos o cosas, es una práctica cada vez más común cuando se tratan temas relacionados mensajes sobre el medioambiente.
Por ejemplo, el resultado de búsqueda en Google de la consulta «sonrisa de la tierra» y «tierra triste» produjo 97 millones y 67 millones de resultados, respectivamente. «Pero no siempre es obvio cuál de estas emociones (positivas o negativas) resonará más en la publicidad o en las campañas ecológicas dirigidas por organizaciones sin fines de lucro», señalan desde WARC.
Por lo tanto, cuando el problema medioambiental se presenta como tragedia continua, el antropomorfismo positivo da como resultado una actitud más favorable. Es decir, presentar imágenes positivas a la audiencia generará en este caso una mayor disposición a pagar por una solución y una mayor donación de dinero. Pero, cuando el problema se considera un desastre repentino, el antropomorfismo negativo que genera emociones tristes es más persuasivo.
Colaboración: www.marketingdirecto.com